Ayer Neymar deseó suerte a su compatriota Dani Álves a través de las redes sociales, en respuesta al tweet de éste sobre su llegada a la capital para preparar el partido de Supercopa contra el Real Madrid. "Buena suerte ahí hermano", le dijo. En Marca no han tardado en salir a explicar el comentario del futbolista brasilaño puesto que "lo cierto es que se trata simplemente de un gesto entre amigos". Nada que objetar a una sana amistad entre el lateral derecho del Barça y el próximo mejor jugador del mundo. Si no lo es ya. El fútbol no es siempre egoista. Al fin y al cabo, si Neymar no se juega nada en la competición española no tiene por qué no desearle suerte "ahí". Hermano.
Estrella de un Santos campeón de la Libertadores. Unos tiernos y prometedores 19 años. Un equipo histórico dispuesto a pagar 45 millenes de euros por disfrutarlo. Otros equipos afilando las uñas para llevarse un pedacito del próximo Pelé. ¿Cómo no va estar encantado de la vida un chaval con tantas pretendientas? Seguro de sí mismo y de su futuro se puede permitir el lujo de tontear con las dos chicas más guapas del baile, el Real Madrid y el Barcelona. Dejárles que ambas sueñen con sus bicicletas, sus cambios de ritmo, su idiosincrásica cresta. Quedar con los madrileños a solas y decir en público que "el Barcelona es el mejor del mundo".
Sería todo perfectamente comprensible si uno no tuviera la intuición de que Neymar y los clubes que suspiran por él son la plasmación de la alegoría que encierra el cuento "El traje nuevo del Emperador". Vestido con el traje de "el nuevo O Rei Pelé", Neymar se permite mostrarse altivo a las ofertas de los clubes europeos. Ahora quiero quedarme aquí hasta el mundialito. Ahora, quizá, hasta el mundialazo de 2014. Me gusta el Madrid. Ahora el Barcelona. Es el próximo fenómeno. Todo el mundo lo dice. ¿Por qué no iban a tragar? Pero el Emperador está desnudo. Y lo extraño es que los más interesados en saberlo -sus pretendientas- parecen no escapar a la opinión lisérgica de que estamos ante el nuevo Pelé. Bien podría ser. Pero, ¿qué ha hecho Neymar para que alguien pueda opinar que no está muy lejos de auténticos fenómenos como Messi o Cristiano? ¿Podría alguien desglosar la factura de 45 millones que va a pagar el Madrid para saber exactamente a qué viene ese precio? No existen argumentos racionales que justifiquen tal despropósito. Por supuesto el club madrileño podrá pagar el precio que crea conveniente por el futbolista que quiera. Algo habrán visto en Neymar para pagar ese dineral. Argumento tan recurrente como falaz. Porque uno podría preguntarse qué vieron en Gago y en tantos otros futbolistas pagados a precio de oro antes de cruzar el charco. El anterior "próximo Pelé", Robinho, costó 20 millones de euros y no fue exactamente un robo pequeño, como pareciera indicar su nombre.Al menos, éstos no se dedicaban a echarle flores y ánimos al eterno rival del club que iba a pagar por ellos y a ellos. Ahí está ahora mismo el orgullo del Real Madrid.
A este paso, como sigan hinchando el globo de Neymar, el jugador tendrá todas las de presentarse en un futuro -parafraseando a Al Gore en "Una verdad incómoda"- diciendo aquello de "hola, soy Neymar y solía ser el próximo mejor jugador del mundo", .
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